Querida familia Parroquial:
Caminamos juntos unidos de la mano de la Virgen hacia la Cuaresma, tiempo reservado para la preparación de la Pascua, tiempo propicio para la purificación del corazón a través de la oración, ayuno y limosna.
Hoy os traemos una lectura que puede ayudarnos a preparar dicha purificación de nuestro corazón. “La humildad del corazón” es uno de los grandes clásicos de la espiritualidad católica. El autor, Fray Cayetano María de Bérgamo, capuchino italiano nacido en el siglo XVII, fue uno de los grandes misioneros de su época. Invadido por el celo de proclamar el Evangelio, se dio cuenta que uno de los grandes problemas de los cristianos en su camino de santidad eran la tibieza y la rutina, y comprendió que había que atacar la raíz de este mal que era, y sigue siendo, la falta de humildad.
¿Queremos ir al cielo? ¿Convertirnos en Santos? ¿ Intentar dejar de confesarnos siempre de los mismos pecados?¿Abandonar la tibieza y dejar que el Espíritu Santo haga milagros en nuestra vida? Hemos de rogar que el Señor nos conceda la virtud de la humildad “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”(cf Mt 11,19).
Estamos invadidos por la gran herida de la soberbia, herida que muchas veces ni siquiera sabemos que tenemos. Soberbia que inunda muchos lugares insospechados de nuestra vida, por lo que puede que este libro remueva lugares oscuros de nuestro corazón.
Este libro nos ayudará despacito a reflexionar, a cada uno en su vida, acerca de las grandes oportunidades en nuestro día a día de practicar la verdadera humildad; no como un mérito nuestro si no como una gracia de Dios, “sin mi no podéis hacer nada” (cf Jn 15,5) y nos ayudará, paso a paso, a realizar un buen examen de conciencia sobre nuestra humildad ante Dios, ante el prójimo y ante nosotros mismos.
Así mismo, la Cuaresma nos invita a una auténtica y profunda conversión. Convertirse es reconciliarse con Dios, pero la conversión no es solo una obra humana, es el movimiento del “corazón contrito”(cf Sal 51,19) , atraído y movido por la gracia ( cf Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero.
(cf 1 Jn 4,10)
Para ello nuestra Santa Madre Iglesia durante este tiempo cuaresmal nos invita, a través del Sacramento de la confesión, al gran regalo de una auténtica conversión.
No perdamos la oportunidad de dicha conversión y no nos entreguemos a una confesión sacrílega ( a veces incluso sin nuestro conocimiento de que lo es), sino que desde la humildad hemos de rogar a Dios un auténtico dolor de los pecados, a sabiendas que la contrición y la atrición verdaderas son imposibles para un corazón que no se humilla.
Os animamos a leer este libro que tanto nos ha ayudado a nosotros a vivir con la gracia de Dios en humildad, y si alguien considera difícil practicar la humildad, y por ello se rinde, terminamos como dice el autor: “ No es que la humildad sea difícil en si misma, sino que es tu soberbia la que la hace difícil”.
Feliz y Santa Cuaresma.
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