Querida Parroquia con alegría nos encontramos en el mes de noviembre, mes en el que la Iglesia peregrina recuerda con un cariño especial a nuestros seres queridos fallecidos, que tanta importancia tuvieron para nosotros en nuestra vida, los cuales nos quisieron tanto y a los que seguimos queriendo.
Ellos terminaron ya su camino por este mundo y han pasado ya por la muerte, para encontrarse con el Señor. Unos gozarán del descanso y la salvación eterna, por ellos alabamos a Dios, el Santo de los Santos y les recordamos celebrando la festividad de Todos los Santos, y a ellos nos encomendamos para que intercedan por nosotros.
Otros esperan su purificación, para pasar definitivamente a gozar del abrazo eterno de Dios en el cielo, por todos ellos podemos ofrecer súplicas y oraciones en sufragio de sus almas.
En otras ocasiones, dada la festividad de todos los Santos, hemos recomendado la lectura de la vida de un Santo, que tanto nos ayudan en nuestro caminar terrenal.
Hoy os hemos querido traer un libro peculiar, pero que nos ayudado fervientemente a desear aún más la Santidad y a avivar nuestro celo apostólico por todas las almas que nos rodean, y que de algún modo aún no conocen el amor de Dios.
En el libro titulado “Santos que vieron el Infierno”, se nos presentan las visiones y testimonios entre otros de San Juan Bosco, Santa Teresa de Ávila, los pastorcitos de Fátima, Ana Catalina Emmerick, Santa Faustina Kowalska, Santa Hildegarda de Blingen, Santa Catalina de Siena o San Beda, junto con las advertencias de Jesucristo, los profetas y los apóstoles sobre este terrible destino.
Las visiones del infierno están divididas en 6 capítulos:
1. Visiones de Santos.
2. Visiones contadas por Santos.
3. Visiones atribuidas a Santos.
4. Visiones de fervientes católicos elegidos.
5. Visiones legendarias.
Las escenas de estas páginas, distintas en detalles, dan testimonio de una verdad desgarradora: el Infierno es la garantía final de que lo que hacemos en la Tierra importa realmente. En nuestro caso, un vistazo a las penas y tormentos de las almas condenadas en el Infierno es lo que necesitamos para continuar, para desear
verdaderamente el cielo y no dejarnos arrastrar por el mundo y nuestra actividad diaria incesante.
Ninguno de los que aquí cuentan sus visiones pudieron seguir con su vida anterior como si nada. Su visión del infierno cambió profundamente sus vidas y aumentó su deseo del cielo y de evitar que el prójimo pudiera experimentar esos tormentos tan terribles.
Con todo ello, este libro no ha de ser un libro para causar temor o quitar la paz de sus lectores, totalmente al contrario. Ha de llevarnos a amar más a Cristo, a poner más amor en cada pequeña cosa que hagamos y a desear, cada día más, alcanzar con la gracia de Dios la inmensa felicidad del Cielo.
“Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman” (1Cor 2:9)
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